Sin culpar a nadie

Uno no puede culpar a quienes te obligaron a escribir, no debemos maldecir a quién por sus actos, hoy dedicas un tiempo a sacar lo que sientes.

Más bien da gracias por todas las horas perdidas, por esas noches en vela, por los desencantos, por las decepciones y por los sueños que no fueron.

Aprende a ver con gozo a los fantasmas de esos amores imposibles, bailando con la música alta, moviendo sus cabellos al viento e ignorando tu presencia, haciendo como que no te ven, como que no existes, como que no importas.

Acaba tu cerveza de un sorbo, aunque ese último trago te sepa a amargura y camina entre la lluvia de carne jóven, respirando sus ansiedades y su falsa alegría.

Sonríele a tu destino, que este no sepa que te ha jodido y piensa en el silencio obscuro y tibio de tus cobijas que al final te abrazaran.

No culpes a nadie, no lo hagas jamás.